La historia oficial justifica el desarrollo de los discursos de poder y sus prácticas asociadas. Es un relato instituido por un orden dominante y vencedor que invisibiliza una serie de hechos históricos que queremos recuperar como cita en el presente.
Hay un pasado que interrumpe, que se niega a ser enterrado e incomoda el relato hegemónico. Una historia que nos desaliena de la continuidad automática impulsada por la idea de progreso constante en la cual se encabalga la sociedad occidental. Una crónica del inconformismo que no se queda sólo en el recuerdo sino que lo recupera como práctica política que suspende un orden.
Apuntamos a poner entre paréntesis la historiografía dominante para reingresar la memoria de las resistencias, sublevaciones, rebeliones y levantamientos de las mayorías. Recuperar la experiencia insumisa a fin de construir un relato que nos despierte, como un ramalazo que rememora un pasado no oficial y nos empodera. Una narración que cobra voz en la historia de lxs rebeldes, aquellxs silenciadxs que hoy vienen a desarreglar y proporcionar la fuerza para la transformación de nuestras condiciones de existencia
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